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LA LUCHA DE CLASES BAJO EL CAPITALISMO: EL MOVIMIENTO OBRERO

 

 

Ante esta situación de Explotación, al Proletariado le es necesaria la lucha en defensa de sus intereses como Clase: los intereses de la Burguesía –aumentar la explotación, la Plusvalía- y los del Proletariado –acabar con la Explotación Capitalista- son, evidentemente, antagónicos, opuestos, irreconciliables.

Desde el principio, el Proletariado empezó a organizarse para la Lucha. La historia del movimiento obrero es la historia del movimiento ascendente de la Lucha de Clases, desde formas muy primitivas y rudimentarias de lucha hasta la creación de estructuras de combate que permitieron la victoria de la clase obrera en numerosos países de todo el mundo.

Veamos los peldaños más importantes de las ORGANIZACIONES DE LUCHA obreras:

La ACCIÓN ESPONTÁNEA: es la primera forma de lucha. Surge a principios del siglo XIX, y va encaminada a la destrucción de maquinaria (ludismo), a la que se considera culpable de la explotación obrera.

Las MUTUAS DE SOCORRO –cajas de socorro a obreros enfermos, en paro...- tienen gran importancia, pues sientan las bases para los Sindicatos.

La creación de los SINDICATOS: surgen en Inglaterra –la Grand Trade Union en 1824-. El movimiento sindical, en todos los países, es, en un primer momento, de carácter local o por ramas. Progresivamente se tiende a las grandes centrales sindicales capaces de unificar las fuerzas del proletariado en su lucha contra la burguesía. La creación de los sindicatos es esencial en el desarrollo de la Lucha de Clases, pues supone la organización de obreros conscientes de pertenecer a una misma Clase Social.

Las INTERNACIONALES Obreras: a causa de la mundialización del capitalismo, se hace imprescindible la coordinación del movimiento obrero a nivel mundial. Para ello se organizan las Internacionales. La I Internacional –o Asociación Internacional de Trabajadores- fue creada y dirigida por K. Marx y F. Engels en 1866. Posteriormente, surgirán más Internacionales Obreras como la II Interacional o Internacional Socialista, la III Internacional o Internacional Comunista y la IV Internacional o Internacional Trotskista.

Los PARTIDOS OBREROS: consciente de que, en la lucha contra el Capitalismo, no sirve tan solo la lucha por los intereses llamados económicos – salarios, condiciones laborales...-, la clase obrera necesita organizar la lucha política e ideológica en torno a los Partidos Obreros, allá en el último cuarto del siglo XIX.

Más adelante hablaremos de las funciones y características del Partido.

Claro está que estas no son las únicas formas organizativas de la Clase Obrera, pero sí las más importantes y las que se desarrollan en todo el planeta conforme se desarrolla el Capitalismo.

Por cierto que no siempre conservan este orden cronológico y que, además, la historia del Movimiento Obrero –como todo- está lleno de retrocesos, zigzagueos, cambios.

Pero esencialmente, estas han sido las más importantes organizaciones de combate del Proletariado. Pero, ¿qué tipos de lucha lleva a cabo la clase obrera?. Pues fundamentalmente, de tres tipos. Son sus FRENTES DE LUCHA:

LUCHA ECONÓMICA: la lucha por los intereses inmediatos del proletariado –mejoras laborales, subidas de salarios, impedimento de despidos, convenios...-. Es el primer frente de lucha, al que llegan casi todos los trabajadores. Es la lucha por los intereses inmediatos de la clase obrera.

LUCHA IDEOLÓGICA: es el enfrentamiento a toda la basura ideológica de la burguesía, es quitarle a la gente determinadas ideas que lleva en la cabeza porque se las han metido por la tele o en la escuela. También consiste en luchar contra los que dicen defender a los trabajadores –PSOE, UGT...- pero, a la postre, defienden al capital.

LUCHA POLÍTICA: es la lucha por la que el proletariado consigue más “Zonas de Poder”, es decir, influencia social, capacidad de respuesta y combate, organización y coordinación... En último extremo, la lucha política es la lucha encaminada a la toma del Poder Político en sí –o sea, la Revolución-, como luego veremos. Claro que, así entendida, toda lucha es realmente lucha política: una huelga coordina y organiza a la Clase Obrera, un piquete aumenta su poder, una manifestación de trabajadores incrementa su influencia social, denunciar las mentiras del capitalismo encamina las ideas de los obreros hacia sus objetivos reales... Y, como el objetivo político de la clase obrera no es sino su emancipación económica, se entiende la, de otra manera misteriosa, afirmación de mar de que toda manifestación de la lucha de clases es, realmente, lucha política, y toda Lucha Política gira en torno a la lucha económica. Bien pensado, no resulta tan enrevesado.

Al Capitalismo hay que atacarle por todos los frentes. Y para ello, hay que utilizar siempre las FORMAS DE LUCHA más adecuadas.

Lenin decía que los Comunistas no despreciamos ninguna forma de Lucha por cuestiones morales.

Y es que forma de lucha hay muchísimas: propaganda –panfletos, carteles...-, manifestaciones, huelgas, lucha en los Parlamentos Burgueses...- y también –como demuestran las FARC en Colombia o el NPA en Filipinas-, los sabotajes e incluso la Lucha Armada –Guerrillera o Insurreccional-.

Todo depende de las circunstancias concretas, de emplear las formas de lucha que mejor se adecuen a las características y a los niveles de la lucha de clases en cada momento y en cada lugar.

Por ejemplo, en una Democracia Burguesa como la española, donde podemos utilizar (por ahora) métodos legales de lucha, hay que trabajar en los parlamentos, utilizar vías “pacíficas” de lucha..., porque, si no, pasará lo que les pasa a los GRAPO: que son cuatro y el del tambor y no les presta atención nadie.

Pero, allí donde, como en Colombia o Filipinas, hay dictaduras camufladas de Democracias, es preciso utilizar otras formas de lucha, que demuestran su validez por el amplio apoyo popular con el que cuentan.

Organizar a la clase obrera en sus distintas formas, atacar en los tres grandes frentes y utilizar siempre las formas de lucha adecuadas. Eso es lo que toca.

Y DESPUES... ¿QUE HACER?

En cuanto que Comunistas, se supone que todos queremos Luchar contra el Capitalismo. Hasta aquí, de acuerdo. Y, además, queremos construir el Comunismo –¡claro!-.

Pero entre una cosa y otra, no sabemos muy bien que viene. Es decir: ¿Cómo vamos a quitar el Capitalismo y poner en su lugar el Comunismo?.

Respuesta que todos sabemos: la Revolución. Claro, la Revolución. Pero ¿qué es, en qué consiste y –lo más importante- cómo se hace realmente una Revolución?.

Y, por otra parte, ¿porqué una Revolución y no un proceso de Reformas una vez que ganemos las elecciones?. Los Socialdemócratas llevan casi cincuenta años con eso y, en los países Nórdicos, no les ha ido tan mal.

Por partes. La duda entre Revolución y Reforma quedó aclarada hace ya bastantes añitos por el Camarada Lenin: los Capitalistas no van a permitirnos instaurar el Socialismo. No van a permitir que llevemos a cabo profundas transformaciones valiéndose, además, de su Estado.

El caso de Salvador Allende en Chile y el Golpe de Estado de Pinochet, o el levantamiento militar de Franco ante la victoria electoral del Frente Popular en 1936 es sumamente ilustrativo de lo que es la Reacción Burguesa ante un proceso Socialista “legal”.

Pero, por si alguien no estaba convencido, los Socialdemócratas Occidentales lo han dejado bien claro: para empezar, por lo de Occidentales.

Porque, que sepamos, el famoso Estado del Bienestar solo lo han intentado crear en Occidente, mientras tres cuartas partes del mundo se pudren en la miseria.

Para esos toca Estado del mal-estar. Pero es que, además, ¿ha desaparecido la explotación en estos estados?. ¿han desaparecido las clases, la gente que se enriquece a costa del trabajo ajeno?. ¿han desaparecido, acaso, la policía, el Estado, el ejército, la discriminación racial o sexual?. ¿el pueblo es dueño de si mismo?.

Respuesta inmediata a todas estas preguntas: no. Y aquí, en el estado español, ni pleno empleo –que de paro los jóvenes sabemos mucho-, ni redistribución de la renta, ni nada de nada. Así que, vayan a otro sitio a vender esa moto.

Y, ahora, a lo nuestro. Según se va desarrollando el Capitalismo, sus crisis son cada vez más agudas: la que enfrenta a Obreros contra Capitalistas, la que enfrenta a las Clases Populares de los países explotados contra su Burguesía Nacional y contra la Burguesía Internacional, la que enfrenta a los propios Capitalistas por rapiñar la riqueza... y junto con estas, otras secundarias: la degradación medioambiental por culpa de la producción caótica capitalista, la doble explotación de la mujer o de el joven... Es decir, van madurando las CONDICIONES OBJETIVAS para que se produzca un proceso revolucionario.

Por otra parte, y si los partidos y organizaciones Obreras y Comunistas hacemos bien nuestro trabajo – Lucha Política e Ideológica-, si vamos organizando a la Clase Obrera y, en torno a ella al resto de las masas, si vamos difundiendo entre los trabajadores una conciencia revolucionaria, se van creando unas CONDICIONES SUBJETIVAS. Es decir: para poder hablar de proceso revolucionario, primero tiene que PODER haber una Revolución, a la vez que las masas deben QUERER llevarla a cabo.

Pero una Revolución no consiste en tomar las armas, pegar cuatro tiros y ya está. Eso es lo que creen los Anarquistas: una mañana nos levantaremos todos y, ¡hala!, acabaremos con el Capitalismo.

Pero las cosas no son tan sencillas: ¿los Burgueses van a desaparecer así porque sí?, ¿por qué digamos “queda abolida la Propiedad Privada” esta desaparecerá sola?, y ¿qué ocurrirá si los Capitalistas llevan a cabo una Guerra Civil para tratar de acabar con el Socialismo –como, por otra, han intentado en todos los países que han comenzado una Revolución Socialista-?.

Sabemos que estamos viviendo en una sociedad con Clases, con Estado, con Explotación... y que, cuando esta se derrumbe, se impondrá una sociedad de Igualdad, sin Slases y sin Estado. Pero eso no quiere decir que la explotación, las clases y el Estado puedan desaparecer de un plumazo. La historia demuestra que con la Revolución comienza la construcción del Socialismo, no acaba. Al revés, viene lo más difícil.

La historia del Movimiento Obrero Revolucionario nos enseña que existen etapas para acabar con el Capitalismo. Dicho de manera esquemática, aunque esto NO quiera decir que hay que dar estos pasos como si esto fuera una receta de cocina, son las siguientes:

1º.- Organización de las masas trabajadoras en torno al Proletariado –que es la clase más combativa y a la que más interesa la desaparición del Capitalismo-. Organización del Proletariado en torno a su Vanguardia, que es su Partido Comunista. El Partido se compone de los elementos más destacados, más conscientes de la necesidad de llevar a cabo la Revolución, de cuadros organizadores, propagandistas y agitadores de masas, de dirigentes de la Clase Obrera. Difusión de la conciencia de clases desde sus formas inferiores –para la Lucha Económica- hasta las más elevadas –ser conscientes de su papel Histórico Revolucionario.

2º.- Es importante la relación que existe entre el Partido y las masas. Ambos son partes de la Clase Obrera. El Partido reúne, como decíamos, a los elementos más destacados del Proletariado. Su tarea es organizar y dirigir la actividad de las masas hacia la consecución de sus objetivos, así como difundir la conciencia de clase. Esto es, es la VANGUARDIA DEL PROLETARIADO, la parte más combatiente de la Clase Obrera. Conforme aumenta la conciencia de clase, y después, en el Socialismo –como veremos-, cada vez más elementos de las masas alcanzan las posiciones de la vanguardia, hasta que la diferencia desaparece. Eso ocurrirá plenamente en el comunismo.

3º.- Construcción del PODER OBRERO: no podemos hacer la Revolución y sentarnos a esperar que caiga el Socialismo del cielo. Es preciso llevar a cabo la subversión completa del Capitalismo, expropiar a los Capitalistas, organizar la producción, la enseñanza, la defensa de la Revolución... y múltiples tareas en las que es preciso ir preparando un PODER OBRERO, un futuro Estado Proletario que asuma el poder y dirija la transformación de la sociedad capitalista en Socialista. En Rusia, por ejemplo, el Poder Obrero adoptó la forma de los Soviets. El Poder Obrero es la organización de lucha más elevada que existe aún dentro del Capitalismo.

4º.- Después, cuando las condiciones son óptimas para ello, es preciso conquistar el Poder Político. Esto no tiene nada que ver con “tomar el Estado” o “dar un golpe de Estado”. Al Proletariado de nada le sirve el viejo aparato del Estado burgués, lleno de funcionarios adictos al capitalismo. Necesita su propio Estado. En lo que consiste, pues, es en asaltar el poder político, en traspasar el poder de los órganos Burgueses a los Proletarios. Esto, por supuesto, tiene que hacerse de manera brusca y revolucionaria –pues la Burguesía nunca lo permitiría de buena gana-. En otras palabras: todo el poder para los Soviets.

5º.- El tema de la violencia Revolucionaria es secundario. Se deberá hacer uso de la violencia en la medida en que esta sea necesaria, ni más ni menos. Pero el acto de toma del poder y hacer desaparecer a la clase dominante es, en sí, violento y brusco. La conquista del poder político puede adoptar formas más o menos pacíficas de transición o una vía insurreccional –como en Rusia- o guerrillera – como en Cuba-. Lo fundamental es elegir el momento. Lenin –que en esto de hacer Revoluciones algo sabía- decía que el momento propicio para asaltar el Poder Político es cuando “los de arriba ya no pueden gobernar ni por un momento más y los de abajo ya no quieren ser dominados ni un momento más”. No se puede, decía Lenin, jugar a la insurrección. Levantar a las masas antes de tiempo tiene consecuencias funestas, lo mismo que esperar y dejar pasar la oportunidad. Hay que determinar el momento más adecuado –una crisis económica seria, una guerra...- en la que el enemigo de Clase es débil y el Proletariado fuerte, decidido y unido. Y, una vez se pasa a la insurrección, no detenerse, llevar el proceso hasta el final.

6º.- A partir de que el poder pasa a manos del Proletariado, comienza una etapa de transición denominada DICTADURA DEL PROLETARIADO. Desde el momento en que el Proletariado toma en sus manos el poder, se constituye una reacción –que trata de volver al pasado Capitalista- y que emplea todos los medios a su alcance para acabar con el Poder Socialista: guerra civil, intervención extranjera, golpe de estado, sabotajes... El Proletariado debe, para poder comenzar a construir el Socialismo, aplastar toda Reacción. La Clase Dominante, que ahora es Clase Dominada, debe desaparecer como Clase Social: expropiación de sus propiedades, trabajo obligatorio, encarcelamiento de los elementos más peligrosos de la contrarrevolución y, en algunos casos –como ocurrió con el zar y su familia-, la aplicación de la más implacable justicia Revolucionaria. Durante este período las clases siguen existiendo, y por lo tanto, también la Lucha de Clases, y de manera más cruenta. La diferencia reside en que, ahora, el poder está en manos de la Clase Obrera, y existe un Estado Obrero para reprimir a la Clase Burguesa. La Dictadura del Proletariado es, evidentemente, una Dictadura en el sentido de que se ejerce el poder de manera violenta e ilimitada. Pero la dictadura del Proletariado es DEMOCRÁTICA porque la ejerce la mayoría de la población: el Proletariado en alianza con el Campesinado y otros sectores de la sociedad sobre una reducida minoría –la Clase burguesa derrotada- y no al revés, como en el Capitalismo.

7º.- Para acabar con el Capitalismo, lo fundamental es atentar contra su esencia, es decir, la Propiedad Privada de los Medios de Producción: la principal tarea de la Dictadura del Proletariado, junto con el aplastamiento de la Reacción Burguesa y de la Contrarrevolución, consiste en la abolición de la Propiedad Privada, tanto en lo formal o jurídico como, especialmente, en lo efectivo: la Nacionalización completa de todos los Medios de Producción. De esta manera se sientan las bases objetivas para la construcción de Socialismo como a continuación veremos.

EL SOCIALISMO Y EL COMUNISMO

Con la desaparición objetiva de las Clases Sociales, la consolidación del Estado Socialista y el fin de la Reacción Contrarrevolucionaria abierta, comienza la etapa de construcción del Socialismo.

El SOCIALISMO es en sí Comunismo, aunque en una fase inferior: todavía existen Clases –el Proletariado, el Campesinado, la Burguesia Intelectual- y existe un Estado –el Socialista-.

Pero, por una parte, las relaciones entre el Campesinado, el proletariado y la Burguesia Intelectual no son antagónicas, sino que persiguen el mismo fin: la construccion del Comunismo. Y, por otra parte, el Estado Socialista no es un Estado ya.

Porque, conforme el poder va pasando realmente a las masas –la administración de la economía, de la vida, de la autodefensa...- el Estado va desapareciendo, “extinguiéndose”, como decía Engels. Conforme avanza el socialismo, se extingue el Estado, y las distinciones entre las dos clases amigas se difuminan hasta fraguar una nueva categoría histórica: cuando ambos participan de igual manera en la gestión económica de los medios de producción, se conforma el Pueblo, sin diferencias clasistas.

Es esencial tener en cuenta cual es el medio principal para la socialización efectiva y real de los medios de producción: la ECONOMÍA PLANIFICADA. Esto quiere decir que la evaluación de las necesidades sociales, el cómo producir los bienes que se necesitan para satisfacerlas, la producción misma, su distribución y su consumo no son, como en el capitalismo, decididos por las grandes multinacionales, ni existe superproducción en unos sectores y escasez en otros, sino que, al planificarse todo el proceso productivo, se puede adecuar tanto a las necesidades como a la capacidad real de producción de las masas.

Progresivamente, la planificación económica se va descentralizando hasta que cada individuo es consciente tanto del proceso general de producción como de sus tareas concretas, y participa en su gestión, administración y decisión.

Por otra parte, con el socialismo, y al calor de las nuevas relaciones sociales de producción –las socialistas-, se va formando un nuevo tipo de persona: el individuo no egoísta –pues ya no existe la propiedad-, el individuo que entiende como iguales a los demás –porque ya no existen las clases-, el individuo que forma parte conscientemente de la planificación y ejecución de la producción, de manera seria pero ilusionada: en una palabra, el hombre nuevo socialista.

De esta manera, conforme se transforma la infraestructura económica, va cambiando la superestructura ideológica –tanto las instituciones como la mentalidad de las personas-.

Cuando el socialismo, gracias a la economía planificada y a las inmensas fuerzas productivas desatadas por la Revolución, alcanza unas grandes dimensiones, cuando la técnica y la ciencia están desarrolladas, cuando la mayoría del Pueblo participa activamente en la administración de la vida social, cuando ya no existen diferencias de clase, cuando el Estado prácticamente desaparece y, lo más importante, cuando el socialismo ha triunfado en todos o la mayoría de los países del mundo –y, por lo tanto, no existen ya amenazas reales para el triunfo del proletariado- se alcanza el COMUNISMO, régimen histórico caracterizado por la inexistencia de clases, Estado ni explotación, y en el que se cumple la consigna “de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad”.

Es decir, como, por una parte, la producción ha aumentado de forma gigantesca gracias a la planificación de la economía y, por otra parte, ya ha surgido y se ha difundido, de generación revolucionaria en generación revolucionaria, el hombre nuevo socialista, con una forma de pensar completamente distinta de los prejuicios y valores burgueses, será posible que cada individuo aporte al colectivo aquello que pueda, y reciba del trabajo social aquello que necesite para satisfacer sus necesidades. Con el triunfo del comunismo dejará de ser necesario un aparato represivo – Estado-, pues desaparecerán las causas objetivas que de le dieron vida: las clases.

El triunfo del comunismo no es un deseo de unos cuantos, o una utopía, como suele decirse –incluso en nuestras propias filas-. El comunismo es un modo de producción histórico inevitable. El comunismo significa el fin de miles de años de explotación, precisamente porque la explotación del hombre por el hombre ha dejado de ser progresiva: es reaccionaria, anticuada y vieja. El comunismo se impondrá porque así lo dictan las ineluctables leyes de la historia, condensadas en la ciencia marxista-leninista. Su triunfo imparable, por mucho que le pese a la burguesía. A nosotros, a nuestra capacidad de trabajo, a las masas obreras y a su Partido compete que esto se produzca dentro de muchos años o, por el contrario, que nosotros mismos podamos ver con nuestros propios ojos la victoria del comunismo.

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